viernes, 3 de enero de 2014
jueves, 2 de enero de 2014
Invierno
A media tarde, comenzaba el crepúsculo, oscureciendo cada
parte de este frío pueblo.
Nosotros quedamos a la tibia luz de una farola.
Nosotros quedamos a la tibia luz de una farola.
Yo, llegue primero y vi como su sombra vagabundeaba hacia mí
entre fríos copos de nieve.
Cuando dicha sombra se acercó, sentí que me deshacía, así
pues, morí en su tierno, cálido y dulce abrazo.
Me levantó dulcemente
la cara con su mano, haciendo pues, que sus ojos penetraran en el fondo de mi
iris.
Poco a poco acercamos nuestras frías bocas buscando calor, y
me fundí por completo entre sus brazos.
Ahora tan solo soy agua, que se mueve en las finas capas del
amor; caigo, caigo y vuelvo a caer entre cataratas.
Luego, recoge mis caídas y las congela en un lago, haciendo de mis tropiezos un paisaje de
ensueño.
María Ángeles Romero
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
