Tú, tocas mi cintura,
Tú, tocas mi cintura,
Y haces que mi
quietud torne a escalofrió.
(Un escalofrió que recorre gran parte de mi cuerpo y me hace
vulnerable y temblorosa).
Tú, devoras mi mirada,
Y me trasladas a otra
época,
A otro sitio,
A otra dimensión,
A un lugar oscuro
secreto y siniestro.
Tú, deseas mis besos,
Los deseas con pasión,
Pero no los besas.
Tú, me imploras desde el otro lado de tu
subconsciente que
sea tuya.
Me hablas desde lejos pero apenas te escucho.
Haz que el deseo,
Que fue fugaz alguna vez en este tímido y extraño subconsciente,
Parezca realidad.
Un segundo tarde en mirarte,
Un segundo en desearte,
Un segundo que me hablaras,
Un segundo en que me buscaras,
Treinta días para
conocerme,
Una vida para amarte,
Y finalmente,
Un verdadero amor perdido,
Por el orgullo amargo y confundido,
Del amor en la actualidad.
María Ángeles Romero


