Ahora me gustaría
estar sentada en frente de una fuente de mi pueblo, cerrar los ojos y escuchar
el agua caer.
Dejar que el frío viento acaricie mi cara y olvidar cada
minúscula tontería que pasa por mi
cabeza.
Pero en vez de eso estoy aquí, escribiendo, porque siento el deseo de escribir.
Creo, que escribir no se me da todo lo bien que quisiera, aun así, sigo escribiendo.
Escribir es para mí,
una forma de desahogarme. Desde
ayer necesito gritar. Pero no lo hago por miedo a que la gente se asuste y me
tome por una loca (peor que la loca que ya conocen ).
Estoy loca, pero. ¿Quién no está loco, en este loco mundo?
Vivimos en una sociedad llena de locos oprimidos por miedo.
Si nos preguntásemos cuantos miedos tenemos, nos faltarían palabras.
Algunos pensareis que
no tenéis miedo a nada, solamente os estáis engañando.
Pues yo tengo miedo a tener más miedos de los que creo tener.
En definitiva esto es un lio y no sé por
qué he llegado a esta conclusión.
Lo que si se, es que los obstáculos se superan o se ignoran,
pero yo soy de las persona que piensa que es mejor pisotearlos. Esto también debemos
de aplicarlo a los miedos, y a todo a aquello que no sea bueno en nuestra vida.
Aunque lo que voy a decir a continuación suene egoísta,
(no siendo yo una persona muy partidaria del egoísmo), debemos saber querernos
a nosotros mismos, sacar lo mejor de nosotros,
cuidaros… Porque a parte de
nuestra familia,
¿Quién lo hará mejor?
María Ángeles Romero

