miércoles, 26 de febrero de 2014

Fuente, Frío...


 Ahora me gustaría estar sentada en frente de una fuente de mi pueblo, cerrar los ojos y escuchar el agua caer.
Dejar que el frío viento acaricie mi cara y olvidar cada minúscula tontería  que pasa por mi cabeza.
Pero en vez de eso estoy aquí, escribiendo, porque  siento el deseo de escribir.
Creo, que escribir no se me da todo lo bien  que quisiera, aun así, sigo escribiendo.
Escribir es para mí,  una forma de desahogarme.  Desde ayer necesito gritar. Pero no lo hago por miedo a que la gente se asuste y me tome por una loca (peor que la loca que ya conocen ).
Estoy loca, pero. ¿Quién no está loco, en este loco mundo?
Vivimos en una sociedad llena de locos oprimidos por miedo.
Si nos preguntásemos cuantos miedos tenemos, nos faltarían  palabras.
 Algunos pensareis que no tenéis miedo a nada, solamente os estáis engañando.
Pues yo tengo miedo a tener más miedos de los que creo tener. En definitiva esto es un lio y no sé  por qué he llegado a esta conclusión.
Lo que si se, es que los obstáculos se superan o se ignoran, pero yo soy de las persona que piensa que es mejor pisotearlos. Esto también debemos de aplicarlo a los miedos, y a todo a aquello que  no sea bueno en nuestra vida.
 Aunque  lo que voy a decir a continuación suene egoísta, (no siendo yo una persona muy partidaria del egoísmo), debemos saber querernos a nosotros mismos, sacar lo mejor de nosotros,  cuidaros… Porque a  parte de nuestra  familia,

 ¿Quién lo hará mejor?

María Ángeles Romero 


jueves, 13 de febrero de 2014

Dos horas nada desperdiciadas


Llega el momento en el que te das cuenta que tu profesor de biología, de la universidad, tenía razón respecto a lo que en una clase, dedico dos horas  para hablar  de cómo saber quién es la persona de nuestras vidas.
Te das cuenta que el galán que te come la cabeza diciendo en cada momento lo guapa que eres y lo mucho que le gustas, es otro payaso de este humilde circo que solo quiere follarte.
¿Y ahora suenan mis palabras groseras?
Pero  ves en cada hombre o mujer cuando te mira con deseo que es lo que pretende. Cuando mira con duda si acercarse o no a ti,  nunca te dirá las guarderías que te haría si realmente mostrara sus pensamientos.
Pero es que cuando miramos a una persona con deseo, no decimos lo que pensamos, solo son gestos, la forma de hablar, la sonrisa, esto y otras muchas cosas nos delatan.
Yo, antes me avergonzaba de esa sensación, ahora, sigo avergonzándome, solo con aquella persona que no puedo controlar el tono sonrosado que aparece en mi piel.
Entonces o rio o lloro, o me digo a mi misma no pienses, no pienses, y dejas de pensar.  Miras para otro lado, sonríes, crees parecer estúpida si hubiera alguien grabándote y dándose cuenta de tu timidez.

Si alguien se dio cuenta sonríes y piensas ´No me importa lo que piense la gente ´.

María Ángeles Romero